Al final de los aparcamientos de La Estación de Atocha, en Madrid, se encuentra una pequeña y maravillosa joya de arquitectura industrial de finales del siglo XIX reconvertida en museo: La Neomudéjar.
Lo primero que llama la atención es el nombre, que nos explican que así la llamaban los trabajadores de la RENFE: “vete a buscar tal cosa a la Neo”, haciendo referencia a su estilo arquitectónico: Neomudéjar.
Pertenecía a un conjunto de talleres que construyó la Compañía Ferroviaria de MZA (Madrid a Zaragoza y Alicante), que se constituyó en 1856 y desapareció en 1941, siendo junto a su gran antagonista La Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España una de las grandes empresas ferroviarias de la época.
La nave tiene una estructura muy ligera de cerchas de acero roblonado, apoyadas en los muros de ladrillos y columnas de acero, con lucernarios al norte que llenan de luz los espacios y rematada con una estilizada cubierta de madera y teja. Esta estructura ya nos indica que nos estamos adentrando en el siglo del acero, el siglo XIX, luego vendrá el siglo del hormigón, el siglo XX, para dar paso al siglo de la madera, el siglo XXI.
Algunos módulos tienen una segunda planta que recorre el perímetro, dejando el centro de tragaluz. Esta segunda planta tiene una desgastada tarima de pino que en algunos sitios está reparada con hojalata. ¡Un suelo de madera maciza de más de 100 años! En muchas naves industriales se ponía también el suelo de testa, como el que comercializa Woodna, un suelo que es tres veces más duro que el de tablas.
Otros elementos significativos son las taquillas de madera (en las que todavía cuelgan recuerdos románticos en las puertas) y la escalera mixta de hierro y madera, donde en los peldaños se pueden ver las marcas de la azuela. Bien pudieran ser peldaños de castaño como éstos.
A lo largo del recorrido hay varios bancos del trabajo (algunos hechos con traviesas de ferrocarril), yunques e incluso una piedra de afilar.
Pero lo que más nos gustó fue una escalera de madera, muy bien realizada, que converge en las alturas y que tiene la chapa de la empresa que la fabricó y que, increíblemente, todavía existe.
También son de madera las puertas y ventanas con un estilo práctico y funcional.