Hace unos días aparecía una noticia curiosa en los medios: un cuadro arrinconado en los almacenes de un museo de Oxford resultaba ser un original de Rembrandt, a pesar de que el Rembrand Research Project lo había condenado al depósito al dictaminar hace 40 años que, en realidad, se trataba de una copia del original. ¿Por qué se ha concluido que finalmente era el auténtico? Resulta que la tabla de madera sobre la que se pintó «Cabeza de hombre barbudo» procedía de un roble del Báltico talado entre 1618-1628 y del cual Rembrandt habría obtenido distintas tablas para su taller.
El método de datación utilizado para este tipo de análisis en objetos de arte o arquitectónicos es conocido como dendrocronología y se basa en investigar la historia de los árboles examinando sus anillos de crecimiento. De esta forma es posible observar el patrón de crecimiento de los árboles y las anomalías ambientales que hayan podido tener lugar (lluvias, iluminación, contaminación, incendios…). Esta técnica proporciona información valiosa sobre la variación del clima a lo largo del tiempo y es complementaria con la posibilidad de datación de obras de arte.
Los árboles que se encuentran en zonas de variación estacional crecen generando anualmente un anillo en su tronco. La parte clara del anillo son las células que el árbol genera durante la primavera, la madera temprana; y el anillo oscuro es madera de verano o madera tardía. El grosor del anillo nos indica las condiciones en las que se ha producido este desarrollo celular. Cuanto más propicias hayan sido para la fisiología de la planta, más ancho se presentará.

La edad máxima que se ha llegado a datar con este método es de 9.550 años. Se trata de El Viejo Tjkko, situado en Suecia. Aunque el tronco apenas llegue a unos 600 años debido a sus renovaciones, las raíces de este espécimen tienen miles de años. Pero si atendemos a la base, el espécimen más antiguo tiene 4.850 años y es conocido como Matusalén. Este Pinus longaeva se encuentra en las montañas de Nevada (Estados Unidos) pero sus coordenadas permanecen en secreto para evitar actos vandálicos. En todos estos casos, para salvaguardar la integridad de estos ejemplares únicos, se utiliza un instrumento conocido como barrena Pressler, que permite estudiar los anillos de los árboles sin necesidad de talarlos.

Cuando un árbol crece las nuevas células del tronco se generan en la parte exterior (en una zona llamada cambium). Esta masa de células más jóvenes es conocida como la albura y suele presentar un color claro, mientras que en las zonas más centrales del tronco, el duramen, la madera ve alterada sus propiedades y se oscurece al dejar de ser utilizada para el transporte de sustancias, quedando rellena de aceites y ceras. Este “tratamiento” natural le confiere a la madera unas propiedades muy apreciadas porque mejora enormemente su calidad. Este relleno dota a la madera de gran dureza y una durabilidad muy superior al resistir a la putrefacción y al ataque de hongos e insectos.

El nogal se encuentra entre los árboles con duramen más valioso por su coloración y resistencia. Las tablas de capa noble de nuestra colección muestran claramente esta bella frontera albura-duramen. Durante el siglo XIX se pavimentaron calles con suelos de testa, bloques muy apreciados por presentar robustez y elegancia, cuyos cortes transversales exponen los anillos anuales y que actualmente están ganando mucha popularidad.
